Quinto día de nuestra escapada por Grecia, tercer día que dedicamos a disfrutar de la isla de Santorni paseando por Oia, Imerovigli, la playa blanca y disfrutando de una puesta de sol en el faro de Akrotiri.
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Visita a Oia
En nuestro tercer y último día en Santorini dedicamos la mañana a recorrer las preciosas calles de Oia. El primer día ya habíamos estado allí para ver el atardecer, pero no pudimos disfrutar de sus calles a la luz del día. Queríamos aprovechar para hacer fotos tranquilamente, sin el bullicio de gente que hay por la tarde y evitando tener que esperar mucho tiempo para tomar una buena instantánea.
Nos levantamos bien temprano para llegar a Oia antes de las 9 de la mañana. A esa hora aún no hay muchos coches y es fácil aparcar en los parkings que hay por toda la zona. El pueblo estaba muy tranquilo, había algunos turistas, sobre todo parejas de novios chinos, pero nada exagerado.
Si vais a Santorini no podéis dejar de visitar Oia, nosotros salimos enamorados de sus calles y sus vistas. A cada paso que dábamos descubríamos un mirador, una casa, una planta, un gato o una calle que te dejaba sin palabras y te hacían decir ¡Hazme una foto aquí! Era como estar en un cuento, parece increíble que ese lugar de verdad exista.
Recorrimos las calles que llevan a las cúpulas azules, subimos hasta el castillo derruido desde donde las vistas son increíbles, pasamos por el molino y nos asomamos al acantilado donde acaba el pueblo.
Casas, hoteles y piscinas en Oia Iglesia con campanario y bandera griega Las famosas cúpulas azules Vistas desde el castillo Buganvilla
Rumbo a Imerovigli
Después de pasar más de dos horas recorriendo y disfrutando de Oia volvimos al coche y pusimos rumbo a Imerovigli, un pueblecito muy cerca de Fira. Allí visitamos una montaña rocosa que sobresale sobre el agua, llamada Skaros, a la que solo los más osados logran subir. Huelga decir que Ale lo intentó, pero debido a que el último tramo es totalmente vertical decidió rendirse y volver sano y salvo.

Después paseamos por este bonito pueblo, disfrutamos de sus miradores, que aunque no son tan famosos como los de Oia, la verdad es que no tienen nada que envidiarle, las vistas del volcán y toda la caldera son increíbles.


Relax en la playa blanca
Tras la visita a Imerovigli, compramos algo de picoteo y cerveza local y pusimos rumbo a la playa blanca, donde teníamos pensado almorzar y pasar la tarde.

Al llegar allí cogimos unas hamacas súper cómodas por 14 euros la pareja. El agua estaba un poco picada, pero nos pudimos bañar poquito y jugar con las olas. Después de tantos días sin parar, viene bien tomarse un día más relajado.

Como curiosidad, en el agua del mar había pequeños fragmentos de rocas flotando. Las rocas volcánicas de esta playa son muy ligeras y porosas, parecidas a la piedra pómez, lo que hace que floten en el mar. Cuando las coges en tus manos no se deshacen, pero las puedes partir sin dificultad.
Aprovechamos la tarde para realizar algunas fotografías en las espectaculares paredes rocosas que tiene la playa blanca
Atardecer en el faro de Akrotiri
Sobre las 7 de la tarde nos vestimos y nos fuimos al Faro de Akrotiri para contemplar nuestro último atardecer en Santorini.

Normalmente la gente que va allí se sitúan delante del faro, en una montaña que da al mar. Nosotros decidimos subir la montaña y ponernos detrás del faro, para así ver el sol esconderse con el faro delante y la verdad que fue mágico. Pudimos relajarnos tranquilos, viendo los barquitos pasar y observando como poco a poco el sol nos iba diciendo adiós, y con el nuestra maravillosa estancia en esta isla de ensueño.

Finalmente, nos despedimos del sol y nos fuimos directos al aeropuerto. Allí cogimos nuestro vuelo de vuelta a Atenas, donde descansamos para recargar las pilas y poner rumbo a nuestro próximo destino: Delfos.
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